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domingo, 31 de octubre de 2021

Ruta por el hayedo de la Tejera Negra (Guadalajara)

 


Qué mejor época para visitar un hayedo que el otoño. Y qué mejor que hacerlo en familia, y por uno de los hayedos más peculiares como es la Tejera Negra, en el Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara. Es peculiar porque junto al cercano hayedo de Montejo de la Sierra (en Madrid), pasan por ser unas reliquias de tiempos más húmedos por estas latitudes. Los hayedos son bosques húmedos, que en nuestra península son más propios del tercio norte, pero sin embargo resisten aquí en estos hermosos enclaves. Estos dos son, de hecho, unos de los hayedos más septemtrionales de toda Europa, continente en donde son muy comunes estos bosques cuanto más hacia el norte, pero menos cuanto más al sur.



Y puesto a ser un hayedo peculiar, hasta su nombre lo es, como podeis ver. Se llama la Tejera Negra, lo que hace referencia a un bosque de tejos, y no de hayas. Parece que esto se debe a que la zona antiguamente era un bosque de tejos, o al menos un lugar en donde abundaban. Y de hecho, en el actual hayedo podemos ver varios ejemplares de este icónico árbol, considerado mágico por algunas culturas.

 


Para recorrer el hayedo, nosotros elegimos la ruta más conocida, la Senda de Carretas. Parte desde un aparcamiento en el pequeño valle que forma el río Lillas. El acceso al mismo está limitado a un número diario de coches, y es necesario reservar plaza con mucha antelación, ya que esta es la época en la que más visitas recibe. La pista forestal por donde se accede tiene un control unos 7 km antes, en el centro de recepción de visitantes, cerca del pueblo de Cantalojas. Ahí comprueban y dan paso a cada vehículo para asegurarse de que nadie entra sin permiso. Es el mismo sistema que se utiliza ya en muchos espacios naturales, para evitar aglomeraciones descontroladas.




Ya desde el aparcamiento, esta ruta de unos 6 km comienza en ligera ascensión, acompañando al río Lillas por unas hermosas praderas de montaña. Aunque pronto comenzamos a atravesar zonas de vegetación arbustiva con brezos y jaras, para enseguida encontrarnos también con pinares, robles, chopos, e incluso algunos enebros.



Enebro

A medida que la pendiente va haciéndose cada vez más pronunciada, el río gana también desnivel, y se suceden pequeños rápidos y saltos de agua que te acompañan durante la ruta. La vegetación va volviéndose más frondosa,  comienzan a aparecer las primeras hayas, acompañadas de otras especies como fresnos, o el primer tejo que observamos en la ruta. Pasamos por la recreación de una antigua carbonera, en donde antiguamente se hacía carbón vegetal, y que era una fuente de ingresos para los pobladores de la zona. Para llevar el carbón a vender lo sacaban de aquí en carretas, y de ahí el nombre de la actual senda.





 

Continuamos ascendiendo un poco más por el tramo más duro de la ruta, hasta que finalmente llegamos a la Pradera de Matarredonda. Aquí se puede ver una hermosa panorámica de la zona alta del hayedo, y hacia el otro lado, del valle y montañas de los alrededores. 






 

Desde aquí la senda se introduce de nuevo en el hayedo, y el sendero se hace mucho más llano y cómodo, regalándonos hermosas postales para el recuerdo. 







 

Un tejo centenario en medio de las hayas se niega a abandonar su territorio, queriéndonos recordar que esto es la Tejera Negra, y él está ahí por derecho propio.

 


 

Y para terminar la ruta, volvemos a descender de nuevo al valle. Como podéis ver, hacía un día espectacular, así que nos quedamos un buen rato en el río antes de abandonar este maravilloso enclave. A Sara le encantan los ríos, así que aquí tuvo el merecido premio después de la ruta. Toda una campeona nuestra pequeña senderista.

 


 

 Y para finalizar esta entrada cuelgo también las fotos de otra ruta que hicimos al día siguiente por el hermoso pueblo de Valverde de los Arroyos. Nos encanta este lugar, y se ha convertido ya en nuestro particular refugio de montaña. Es un pueblo de la Sierra Norte de Guadalajara, enclavado en las faldas del Pico Ocejón. Y con estas fotos entenderéis por qué nos gusta tanto. La ruta que hicimos transcurre entre enormes castaños, robles, nogales, cerezos... 

 






Toda esta vegetación, sumada a la arquitectura de la zona, conocida como "arquitectura negra" por emplear la pizarra en los muros y tejados de las construcciones, me hace sentirme como en mi tierra. O mejor dicho, como en algunos lugares de mi tierra. Ya que en otros, como mi querida A Mariña, ya no es posible ver bosques auctóctonos como los que aquí hay, ya que los eucaliptos lo invaden todo.

 


 

Saludos y hasta la próxima.

 

Imágenes y texto bajo licencia Creative Commons

Enrique Sampedro Miranda

Blog Ría de Ribadeo: www.riaderibadeo.com

 

 

2 comentarios:

  1. Espectacular viaje Quique. Como siempre haces de tus viajes que sean de todos con este artículo tan bello.

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  2. Me alegro que te guste Cristi. Gracias por el comentario ;)

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