Atardece en la comarca abulense de La Moraña, y los sonidos propios de un ocaso de finales de agosto comienzan a aflorar. Los campos situados entre Arévalo, Aldeaseca y Tornadizos van diciendo su adiós a las aves diurnas para dar paso a los dueños del crepúsculo, las aves nocturnas. Depredadores como los milanos negros se dirigen a los pinares, en donde tienen sus dormideros y pasarán la noche, sabedores de que su espacio lo ocuparán ahora otros, más adaptados a las especiales condiciones de falta de luz.
Milanos negros en su dormidero |
En uno de esos pinares, ya con las últimas luces del día, aparecen tres chotacabras grises (Caprimulgus europaeus) que me sobrevuelan y dan un par de giros sobre mí, a escasos dos metros de mi cabeza. Ha sido tan rápido que no me da tiempo ni siquiera a hacer el intento de fotografiarlos. Pero sí consigo grabar su canto, unos minutos después, tras haberse posado en algún lugar cercano. Es una grabación corta y de escaso volúmen, por lo que os pongo primero este audio más claro del canto del chotacabras gris, para adaptar el oído.
Y aquí va el vídeo. El canto se escucha durante los 6 primeros segundos. Luego se cuela una paloma en la escena que les hace callar.
El chotacabras es un ave de hábitos nocturnos, que al ocaso abandona su refugio diurno para salir a cazar insectos, de los que se alimenta. Los suele cazar en vuelo, abriendo su amplia boca como si fuese una red para capturar los pequeños invertebrados voladores que se cruzan en su camino. Como todas las aves nocturnas, posee una aguda vista y oído, además de unas plumas adaptadas para volar en el más completo silencio. Vienen a nuestro territorio para reproducirse, procedentes de África, a donde regresarán finalizada la época estival.
Chotacabras gris. Fuente: Miguel Rouco www.avesibericas.es |
Las últimas luces del día se desvanecen, y mientras tanto aguardo en el pinar la aparición de alguna de las rapaces nocturnas que sé que aquí habitan. La espera da resultado, pues no tarda en aparecer uno de los reyes de este hábitat, el búho chico (Asio otus). Es de los búhos más esquivos de entre los que habitan en nuestros campos, y por tanto, de los más difíciles de observar. Sus hábitos estrictamente nocturnos y la preferencia por entornos forestales, hacen más difícil si cabe su observación. Aunque conociendo estas preferencias, y sabiendo de su presencia, es más sencillo localizarlos. Tras varios intentos fallidos, a éste consigo incluso fotografiarlo, aunque como veréis la foto es más que nada testimonial.
No he localizado esta noche otras rapaces nocturnas propias de la época y la zona, como autillos (Otus scops), cárabos (Strix aluco) o lechuzas (Tyto alba), pero me voy muy satisfecho con haber disfrutado en el campo de la magia de la noche, y haber podido observar a dos de nuestras aves nocturnas más hermosas.
Imágenes y texto bajo licencia Creative Commons
Enrique Sampedro Miranda
Blog Ría de Ribadeo: www.riaderibadeo.com
Moi orixinal esta última entrada Enrique. A verdade que o solpor e as horas nocturnas sempre teñen una maxia especial.
ResponderEliminarUn saúdo
Moitas gracias. Sí que é especial sempre a noite, e tamén as aves que se moven nese ambiente.
EliminarPor certo, gustaríame saber o teu nome, xa que sei que eres o autor do blog "El vuelo de la alondra" pero por máis que busco non atopo o nome. Sobre todo para poder dirixirme a ti.
Saúdos
Hola Enrique. Tes razón, perdoa pero ainda son algo novato nesto dos blogues. Son Juan José Muñoz, Juanjo para os amigos.
EliminarSaudos.
Pois encantado Juanjo, e gracias polos comentarios. Lémonos ; )
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