Hace algo más de una semana estuve de viaje por varios lugares del País Vasco, entre ellos Vitoria-Gasteiz. Y aprovechando mi estancia allí, quise acercarme a conocer en persona los humedales de Salburúa. Y digo en persona porque los conocía ya sobre el papel. Hace un par de años, en las Jornadas Ornitológicas de El Oso (Ávila), asistí a una charla en donde un técnico de este humedal alavés hizo una presentación sobre el proyecto de recuperación que habían llevado a cabo durante años, para conseguir crear un espacio natural como el que tienen hoy en día. En aquella ponencia me fascinó ver, a través de su exposición y las fotografías que nos fue mostrando, cómo un área degradada de la periferia de la ciudad había sido transformada para crear un enorme parque con varios humedales. De la calidad ambiental que han alcanzado dichos humedales habla su pertenencia a redes como la Red Natura 2000 o el convenio internacional Ramsar, que se podría calificar como la máxima distinción a la que puede aspirar un ecosistema de este tipo.
Me levanté muy temprano, y a pesar de estar en pleno verano, la niebla lo cubría prácticamente todo, aunque poco a poco iría levantando. Comencé mi recorrido por la laguna llamada Balsa de Betoño, en donde empecé a observar las primeras especies del día: azulones (Anas plathyrynchos), somormujos (Podiceps cristatus), garcetas (Egretta garzetta), garzas reales (Ardea cinerea) y fochas (Fulica atra).
Después me acerqué al centro de interpretación del parque, llamado Ataria, al que no pude entrar por ser demasiado temprano, ya que estaba aún cerrado. Se trata de un edificio con un bonito diseño, del que también nos habían hablado en aquella conferencia. Porque no sólo el edificio en sí es interesante, sino lógicamente, todo lo que alberga en su interior. Pero me tendría que quedar con las ganas de visitarlo, ya que el poco tiempo del que disponía me impediría pasarme por allí más tarde.
Centro de interpretación Ataria |
Así que regresé de nuevo a la balsa de Betoño para rodearla e intentar observar alguna especie más. La niebla se iba disipando por momentos, lo que me permitía tener ya más campo de visión, y descubrir a habitantes como gallinetas (Gallinula chloropus), mosquiteros (Phylloscopus collybita), cigüeñas (Ciconia ciconia) o un alcaudón dorsirrojo (Lanius collurio).
Gallineta con su cría |
Cigüeña |
Alcaudón dorsirrojo |
Mi siguiente parada sería en la Balsa de Arcaute, otra laguna cercana. Mientras paseaba por los alrededores, me encontré con unos habitantes muy peculiares de estos humedales, como son los ciervos. Éstos han sido introducidos para servir de control natural para que la vegetación palustre no se extienda demasiado.
Tras disfrutar un buen rato de su presencia, me dirigí al observatorio de Las Zumas, desde donde se obtiene una buena panorámica de la Balsa de Arcaute. Aquí la abundancia de especies con la que me encontré fue mucho mayor que en Betoño. Sobrevolándola, y en torno a las choperas circundantes, multitud de golondrinas (Hirundo rustica), aviones comunes (Delichon urbicun), vencejos (Apus apus), además de abejarucos (Merops apiaster) y algún que otro pito real (Picus viridis).
También sobre la laguna se podía observar la presencia de aguilucho lagunero (Circus aeruginosus) o una espátula (Platalea leucorodia) que pasó sobre mi cabeza. Posados en las ramas de unos árboles lejanos había varios cormoranes (Phalacrocorax carbo), avetorillos (Yxobrichus minutus), garzas reales y garcetas.
Garceta |
Como cierre de esta entrada sobre los magníficos humedales de Salburúa, os dejo con las fotos de otro de sus habitantes, que tuve la suerte de que se me posase cerca ese día. Se trata del martín pescador (Alcedo athis).
Imágenes y texto bajo licencia Creative Commons
Enrique Sampedro Miranda
Blog Ría de Ribadeo: www.riaderibadeo.com
O outro día sacas Arroases e eu tamén. Agora publico eu unha foto de Picapeixe e fas o propio. Isto é sincronización, ja, ja..
ResponderEliminarPois é verdade! Todo se pega! Ja, ja, ja
EliminarNo conocía estos interesantes humedales, pero por lo que cuentas y dado lo cerca que están de zonas urbanas habitadas, parece que se trata de un buen ejemplo de desarrollo sostenible y respetuoso con el medio natural. Saludos
ResponderEliminarPues sí, lo son. Además tienen la función de servir de barrera frente a inundaciones que se producían en el pasado, al absorber el agua de los desbordamientos. Son todo un ejemplo de urbanismo mediambiental. Y se preocupan de ir mejorándolos día a día, con programas de protección y reintroducción de especies, cerrando espacios en periodos de cría, instalación de cajas nido, etc.
ResponderEliminarUn saludo y gracias por el comentario.