La primera parte de este relato sobre mi viaje al Delta del Ebro terminaba al lado de las Salinas de la Trinitat, en la Punta de la Banya. Pues bien, esta segunda y última parte de la crónica la comenzaré por la laguna de la Tancada, regresando de nuevo a tierra firme tras cruzar por la barra del Trabucador.
La Tancada |
En esta laguna, como comentaba en la anterior entrada, se concentraban grandes grupos de aves de diferentes especies: flamencos, gaviotas patiamarilla (Larus michahellis), reidora (Chroicocephalus ridibundus), cabecinegra (Ichthyaetus melanocephalus), picofina (Larus genei) y de Audouin (Larus audouinii), charranes, pagazas, fumareles, charrancitos (Sterna albifrons), limícolas, garzas, anátidas como tarro blanco (Tadorna tadorna)... Aquí algunas fotos sacadas desde el observatorio situado al lado de la carretera. Por orden: una garcilla cangrejera (Ardeloa ralloides), garceta común (Egretta garzetta), fumarel cariblanco (Chlidonias hybrida) y flamenco rosa (Phoenicopterus roseus).
Siguiendo la carretera que discurre desde la Tancada, paralela a la playa de los Eucaliptus, se pasa por una zona de saladares, pastos con arbustos y canales, que me había recomendado visitar Miguel Rodríguez Esteban (El Ornitoblog) a quien le agradezco mucho las indicaciones que me dió. Es esta una zona propicia para aves como alondras, terreras o canasteras. Tanto la canastera como la terrera marismeña eran dos de mis "objetivos" para este viaje, y a esta última Miguel la vió por aquí en un viaje que él hizo, así que me pasé un buen rato en esta zona intentando ver alguna. Aunque por más que me esmeré, no hubo suerte. Lo máximo que conseguía ver eran alondras y cogujadas, que sin querer faltarles al respeto, tengo ya muy vistas de mis salidas por tierras abulenses. Así que un tanto decepcionado, por qué no decirlo, decidí continuar recorriendo el Delta, y me dirijí a otro lugar muy especial y que tenía muchas ganas de visitar, la Reserva Natural de Riet Vell.
Centro de Visitantes de Riet Vell |
Se trata de una finca en la que la SEO desarrolla desde hace años un proyecto de agricultura ecológica, en el que combina la producción de arroz con técnicas sostenibles y respetuosas con el medio ambiente, con el fomento de la biodiversidad en la finca. Para ello, además de no utilizar productos químicos ni técnicas nocivas para el ecosistema, reserva diferentes zonas de la finca para que tanto aves como otros animales puedan tener refugio en ella y un lugar en el que poder criar con tranquilidad, protegerse o alimentarse. Así, además de sus 44 hectáreas de arrozales ecológicos, cuenta con una laguna de 7 ha. en la que nidifican varias especies; 1,5 ha. de pastizal salino que son utilizadas por otras especies en diferentes épocas; 2,5 ha. de carrizal; y vegetación de ribera en los márgenes de los caminos y canales, restaurados para que sean utilizados por la vida salvaje. Todo eso equipado aquí y allá con nidos artificiales en las lagunas, cajas nido para aves y murciélagos, charcas para anfibios, comederos, etc. O sea, todo un "resort" de lujo en pleno Delta del Ebro para la vida animal.
Así que tras pasar por el Centro de Visitantes y hacer alguna que otra compra, me sumergí de lleno en este vergel para ver por mí mismo aquello de lo que tanto había oído hablar. Y no me decepcionó. De entre el carrizal próximo a los arrozales pronto salió a darme la bienvenida un clásico. El elegante y hasta hace poco tiempo difícil de ver calamón (Porphyrio porphyrio).
Entre los arrozales vi a los primeros moritos del viaje (Plegadis falcinellus), que más adelante no dejaría de ver por todas partes.
Y ya desde el observatorio de la laguna, flamencos, avocetas, charranes, azulones, gallinetas, garcetas...
En la laguna destacaban las plataformas artificiales instaladas para que críen los charranes en ellas, que como pude comprobar, no han dejado de aprovechar esta oportunidad de "vivienda de protección oficial gratuita".
Y para despedirme, además de una gran experiencia y gran cantidad de fotos, me llevé también un trocito de lo que allí se hace, y que está en la estantería de la cocina esperando su oportunidad para ser degustado. Sí, un paquete de arroz ecológico Riet Vell.
Ah, y como anécdota, me llamó la atención esta imagen, que me parece muy graciosa y paradógica. ¡Un espantapájaros de la Sociedad Española de Ornitología en su reserva de aves! Ja, ja, ja.
Desde aquí me quedaba dirigirme hacia la última zona planificada de mi visita, la Isla de Buda (Illa de Buda), justo en donde el Ebro acaba de vaciar el caudal que aún le queda al mar. Por el camino, hermosas panorámicas de los inmensos arrozales del delta, así como incontables observaciones de aves, como estos moritos y esta garza imperial (Ardea purpurea).
Arrozales del Delta |
Isla de Buda |
De la Isla de Buda, al otro lado del canal, poco podía ver, pero por esta zona tenía la esperanza, y mi última oportunidad, para observar alguna canastera (Glareola pranticola). Y no lo hubiese conseguido de no tener la inmensa fortuna de haber conocido a una majísima pareja de ornitólogos locales, los Tantull (Josep Tantull y Roser Solé). Los había conocido un rato antes, y además de una charla muy agradable con ellos, se ofrecieron a guiarnos a una zona que ellos conocían en la que aseguraban no fallarían las canasteras. Y efectivamente, allí estaban, esperando a que por fin un aficionado a la ornitología de la otra punta de la península, pudiese al fin verlas y fotografiarlas.
También cerca de las canasteras vimos alguna avefría (Vanellus vanellus) que nos sorprendió con su presencia. Pero no satisfechos con esto, me comentaron que si quería observar terrera marismeña (Calandrella rufescens) también me podían acompañar a otra zona en la que podríamos verlas. Así que hacia allí fuimos, lo que supuso mi segundo bimbo de la jornada, como se encargó de recordarme Roser, en un periodo de escasos minutos de diferencia.
Como no podía ser de otra forma, les estoy muy agradecido a Josep y Roser, por haberme ayudado a conseguir observar estas especies, y haber sido tan amables. Un placer haberos conocido, de verdad. Espero poder devolveros algún día el favor si os apetece visitar mi querida Ría de Ribadeo.
La terrera marismeña fue el broche de oro para esta escapada, ya que además de todas las especies observadas, conseguí también mi particular trío de ases: gaviota de Audouin, canastera y terrera marismeña. Este viaje se me quedará grabado en el recuerdo para toda la vida. Y aunque espero poder regresar algún día, lo cierto es que nunca volverá a ser como esta primera vez en la que descubrí esta maravilla que es el Delta del Ebro.
Imágenes y texto bajo licencia Creative Commons
Enrique Sampedro Miranda
Ría de Ribadeo: www.riaderibadeo.com