Este pasado fin de semana tocaba viajar a la Sierra de la Culebra, dentro del programa de actividades de la Asociación de naturaleza y senderismo Elefante Rocoso. El objetivo principal del viaje era poder observar al lobo ibérico, una de las joyas de nuestra fauna salvaje, pero también realizar varias rutas de senderismo por la zona y conocer esta agreste comarca zamorana. Y precisamente fue una ruta de senderismo lo primero que hicimos, el sábado por la mañana. Partiendo del pueblo de Villanueva de Valrojo, realizamos una caminata circular que nos llevó por los campos y bosques cercanos. Como se puede ver en esta foto, el agua abundaba, al igual que en muchos otros parajes peninsulares debido al lluvioso invierno que estamos teniendo.
Pronto vimos nuestra primera especie interesante del fin de semana, este ejemplar de águila culebrera (Circaetus gallicus), de regreso tras pasar el invierno en África.
La ruta transcurría entre campos de vegetación arbustiva y pequeñas manchas boscosas, fundamentalmente de roble melojo (Quercus pyrenaica).
En cuanto a las aves observadas durante la ruta, además del águila culebrera, caben destacar otras como cigüeña (Ciconia ciconia), milano real (Milvus milvus), tarabilla (Saxicola torquatus), carbonero (Parus major), arrendajo (Garrulus glandarius), camachuelo (Pyrrhula pyrrhula) o varios ejemplares de piquituerto (Loxia curvirostra), como este macho.
Otro aspecto interesante de la ruta era la presencia de los corralones, construcciones típicas de la zona que sirven para guardar el ganado y protegerlo de los lobos. Alguno estaba aún en buenas condiciones y apto para el uso, mientras que otros estaban en completo abandono, dando muestra de que la actividad pastoril ha ido cayendo con el paso de los años.
Y hablando del lobo, en esta zona, que posteriormente nos confirmaron que solía frecuentar el lobo, encontramos estas huellas, que perfectamente podrían ser del emblemático Canis lupus signatus. Aunque tampoco lo podemos asegurar al cien por cien, ya que pueden ser muy similares a las de determinados perros. Pero por la lejanía del núcleo de población, y haber visto también muchas huellas de animales salvajes, creemos que podrían ser de lobo.
Al finalizar la ruta, y tras regresar a la casa rural en la que nos alojábamos, quedamos con nuestro guía local para hacer la primera de las esperas para intentar observar lobo. Para ello nos dejamos llevar por el guía a uno de los oteaderos de la zona desde los que se puede ver al cánido, y nos dispusimos a esperar pacientemente el atardecer, prismáticos y telescopios en ristre.
Tras un rato, y aún con mucha luz, observamos a los primeros ciervos del fin de semana, varios machos con una hermosa cornamenta.
Pero la tarde iba cayendo, y el rey del bosque seguía sin aparecer. A pesar de saber previamente que su observación es muy difícil, y que es cuestión de suerte, no nos resistíamos, y estuvimos aguardando hasta que la noche se nos echó encima. La luna salió, pero el enigmático animal no hizo acto de presencia, o al menos nosotros no los conseguimos ver.
Tras este primer intento, a la mañana siguiente, nos levantamos muy temprano, antes del amanecer, para hacer una segunda espera en otro de los puntos que hay por la zona y que son apropiados para observar lobo. Fuimos los más madrugadores y los primeros en llegar, pero pronto se nos unieron otros aficionados en la búsqueda del mismo objetivo. En torno a una docena de personas estábamos allí con la esperanza puesta en que alguno de los demás soltase la deseada frase: "¡El lobo!". Pero para nuestra desilusión, esto nunca se produjo, y tras otra fallida espera, abandonamos el lugar para hacer la segunda ruta de senderismo que teníamos planificada.
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Foto: Pilar García García |
La ruta del domingo la hicimos desde el pueblo de Villardeciervos hasta el embalse de Valparaíso. El día estaba un poco más gris y en algunos momentos nos acompañó la llovizna. Pero esto no nos impidió disfrutar de las hermosas vistas del embalse, así como de la naturaleza del camino.
La ruta, circular, finalizaba de nuevo en Villardeciervos, en donde conocimos las dos fuentes del pueblo, la del Caño Grande y la del Caño Pequeño, probando ambas aguas como mandaba la guía, para averiguar en primera persona si las aguas de cada una tenían cierta diferencia de sabor, como parece ser que aseguran los vecinos de la zona. Los que las probamos, no descubrimos esa diferencia, aunque seguramente será por nuestro bruto paladar...
Lo que sí supimos apreciar fue la belleza del entorno, la constante presencia de vida que nos acompañaba, así como las bonitas calles empedradas y casas solariegas del hermoso pueblo de Villardeciervos. Allí, pudimos contemplar uno de esos viejos oficios en desuso, el de campanero, que subido en el campanario del pueblo hacía repicar las campanas como queriendo recibirnos.
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Petirrojo |
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Fuente del Caño Grande y Villardeciervos al fondo |
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Campanario y campanero |
Para finalizar, la clásica foto de grupo, en este caso más bien de "grupo reducido", ya que fuimos únicamente 5 personas los que nos apuntamos a este viaje de la Asociación Elefante Rocoso. Aunque sobra decir que con buena compañía y en un lugar tan especial como la Sierra de la Culebra, no necesitábamos ser mas.
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De arriba a abajo y de izquierda a derecha: Luis, Antonia, Pili, Quique e Ilde. |
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