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jueves, 25 de septiembre de 2014

Prospectando el suroeste de Madrid para el Atlas de Primavera

Hace meses que vengo dándole vueltas a la idea de colaborar en el "III Atlas de aves en época reproductora en España, 2014-2017", o como se le conoce coloquialmente, el Atlas de Primavera de la SEO. Según recoge la propia organización, los objetivos de este trabajo son conocer la distribución y abundancia de todas las especies de aves presentes en época reproductora en España, con metodología homogénea para todo el territorio y para un periodo corto de años. Para poder realizar este detallado estudio se requiere de la participación de una gran cantidad de voluntarios, repartidos por toda la geografía, ya que se ha dividido el territorio estatal en cuadrículas de 10x10 km. Éstas han de ser estudiadas, según una metodología científica preestablecida, durante el periodo de 4 años que dura el estudio (aunque la metodología permite variaciones en este punto). Pues bien, mis principales dudas resultaban de mi particular situación "in intinere" entre Galicia, Ávila y Madrid, lugares entre los que me muevo contínuamente. Tras darle muchas vueltas y valorar los diferentes pros y contras de cada uno, opté por buscar una cuadrícula libre (que no estuviese ya asignada a ningún colaborador) en la Comunidad de Madrid. Y una vez tomada esta decisión, enseguida tuve claro cuál era la cuadrícula que quería. Así que entré en la aplicación de la SEO, la busqué para saber su situación, y ¡bingo!, estaba libre. El lugar en cuestión está situado en el suroeste de la Comunidad de Madrid, abarcando gran parte del municipio de Batres y otros colindantes. Es una zona que me enamoró desde el día que la visité por primera vez (gracias a las indicaciones de Miguel Cañada y Elena Martín). Desde esa visita he acudido allí en numerosas ocasiones, y he escrito también un par de entradas en el blog sobre ello (ver entradas). Así que tenía claro que esta era la cuadrícula que quería. Pero antes de reservarla definitivamente, quería ir una vez más al lugar, ya que conocía una parte de esos 100 km² de territorio que abarca la cuadrícula, pero me faltaba por ver con mis propios ojos el resto. Y digo con mis propios ojos, porque a través de mapas e imágenes satélite ya me la había estudiado.

El lugar elegido, en el suroeste de Madrid
Gran parte de la cuadrícula se encuentra dentro del Parque Regional del Curso Medio del Río Guadarrama y su entorno, y una buena zona dentro del área de máxima protección. Esta parte que me faltaba por conocer es el denominado Monte de Batres, un espacio bastante bien conservado de bosque mediterráneo, flanqueado por el río Guadarrama a un lado y cultivos de secano al otro. Así que en un reducidísimo espacio de kilómetros se puede contemplar una increíble variabilidad de ecosistemas, lo que sin duda conlleva la existencia de una gran biodiversidad.


Comencé mi prospección sobre el terreno por el propio Monte de Batres, un bosque de encinas (Quercus ilex) que como pude comprobar, tienen ya sus bellotas completamente formadas y listas para madurar.


En torno a las encinas abundan las plantas propias del bosque mediterráneo, como la jara (Cistus ladanifer). Por allí cerca pude apreciar unos rastros de jabalí.


Jara



Desde la cota más alta del pequeño monte, mirando hacia el sureste, se pueden observar unas hermosas vistas del encinar, que en primer término es denso y poblado, para ir poco a poco dando paso a una estructura adehesada y finalmente dejar el dominio a los cultivos de secano. Cada una de estas zonas es el hábitat de diferentes especies de aves, que espero tener la oportunidad de ir descubriendo poco a poco (rapaces, esteparias, etc.).


Sin tiempo para parar mucho, lo que observé por aquí fueron varias currucas capirotadas (Sylvia antricapilla), curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala), avión común (Delichon urbicon), pito real (Picus viridis), ratonero (Buteo buteo), milano real (Milvus milvus), paloma torcaz (Columba palumbus)...

Del otro lado del monte, hacia el oeste, se contempla otra no menos interesante panorámica. En primer lugar existen varios cortados, como este de la Cárcava del Arenal, en donde habitan numerosas aves rupícolas (roqueros, vencejos, abejarucos...). Y abajo, a pocos centenares de metros, el río Guadarrama y su ribera, que dan cobijo a otro sinfín de especies distintas.

Se me hace la boca agua pensando en la riqueza ornitológica del lugar, ya que como decía antes, esta variabilidad de hábitats hace que aquí viva una gran diversidad de especies, de las que no voy a ser yo el descubridor ni mucho menos, puesto que ya se sabe de su presencia.

Tras esta primera prospección del Monte de Batres, bajé a dar una vuelta por los campos de cereal colindantes, que tampoco había visitado anteriormente, y lo que me encontré fue algo muy familiar para mí, acostumbrado a visitar asiduamente la meseta castellana. 




Por aquí pude observar numerosos trigueros (Emberiza calandra), alcaudón real (Lanus meridionalis), cernícalo (Falco tinnunculus) y cogujada montesina (Galerida theklae).

Cogujada montesina

Y por si fuera poco el potencial del área, entre los campos y el monte existe un primillar colocado por la asociación Grefa para facilitarles un refugio a los cernícalos primilla (Falco naumani) que pasan aquí el verano.

Primillar
En definitiva, tras lo que conocía de Batres, y esta visita a lugares que no conocía, no me quedó ninguna duda de que esta sería mi cuadrícula. Ya estoy registrado como colaborador y la tengo asignada. Así que seguiré hablándoos de este interesantísimo lugar en futuras ocasiones.


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Enrique Sampedro Miranda
Blog Ría de Ribadeo: www.riaderibadeo.com

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Regresan as aguias pescadoras á Ría de Ribadeo



Como soe ser habitual por esta época nos últimos anos, xa están de volta as aguias pescadoras (Pandion haliaetus) na Ría de Ribadeo. O sábado puiden confirmar a presenza de dous exemplares. A un deles pareceume verlle unha anela amarela na pata dereita, polo que sería unha das dúas pescadoras aneladas e invernantes no noso humidal en tempadas pasadas. Pero dada a enorme distancia á que estaba, non puiden confirmar este extremo, e moito menos ler o código da anela, polo que non sei si era a anelada en 2011 ou a de 2013. En calquera caso, e previsiblemente, se non lles pasou nada a ningunha durante a súa ausencia estival, as dúas pasarán de novo o inverno no noso estuario.

Exemplar anelado


Pero como dicía, observei tamén outra pescadora que non levaba anela, polo que se trata doutro exemplar. Así que temos dúas posibilidades: que se atope de paso, facendo unha parada temporal na ría, ou que se quede aquí a pasalo inverno. É cedo para coñecer isto, así que agardaremos a ver qué pasa.

Individuo non anelado

Ademáis das pescadoras, podemos ver xa a presenza de moitas outras especies que van chegando ó estuario. É o caso dos cullereiros (Platalea leucorodia), dos que había 4 exemplares no Muro das Lamas. Un deles levaba as características anelas de cores propias dos cullereiros anelados en Holanda. Se non recordo mal, este mesmo individuo estivo tamén o inverno pasado connosco.

Os catro cullereiros, xunto a unha garzota, gaivotas e limícolas



E con eles, neste mesmo lugar, unha enorme cantidade de limícolas: mazaricos chiadores (Numenius phaeopus), mazaricos reais (Numenius arquata), biluricos pativerdes (Tringa nebularia), biluricos patirrubios (Tringa totanus), pilros comúns (Calidris alpina), e mazaricos rabinegros (Limosa limosa), dos que contei ata 11 individuos. Así que a cousa anímase na Ría de Ribadeo.







Mazaricos rabirrubios

Corvos mariños

Ría de Ribadeo





 
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Enrique Sampedro Miranda
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miércoles, 3 de septiembre de 2014

Observando y escuchando aves nocturnas en Arévalo (Ávila)



Atardece en la comarca abulense de La Moraña, y los sonidos propios de un ocaso de finales de agosto comienzan a aflorar. Los campos situados entre Arévalo, Aldeaseca y Tornadizos van diciendo su adiós a las aves diurnas para dar paso a los dueños del crepúsculo, las aves nocturnas. Depredadores como los milanos negros se dirigen a los pinares, en donde tienen sus dormideros y pasarán la noche, sabedores de que su espacio lo ocuparán ahora otros, más adaptados a las especiales condiciones de falta de luz.














Milanos negros en su dormidero


En uno de esos pinares, ya con las últimas luces del día, aparecen tres chotacabras grises (Caprimulgus europaeus) que me sobrevuelan y dan un par de giros sobre mí, a escasos dos metros de mi cabeza. Ha sido tan rápido que no me da tiempo ni siquiera a hacer el intento de fotografiarlos. Pero sí consigo grabar su canto, unos minutos después, tras haberse posado en algún lugar cercano. Es una grabación corta y de escaso volúmen, por lo que os pongo primero este audio más claro del canto del chotacabras gris, para adaptar el oído.



Y aquí va el vídeo. El canto se escucha durante los 6 primeros segundos. Luego se cuela una paloma en la escena que les hace callar.



El chotacabras es un ave de hábitos nocturnos, que al ocaso abandona su refugio diurno para salir a cazar insectos, de los que se alimenta. Los suele cazar en vuelo, abriendo su amplia boca como si fuese una red para capturar los pequeños invertebrados voladores que se cruzan en su camino. Como todas las aves nocturnas, posee una aguda vista y oído, además de unas plumas adaptadas para volar en el más completo silencio. Vienen a nuestro territorio para reproducirse, procedentes de África, a donde regresarán finalizada la época estival.

Chotacabras gris. Fuente: Miguel Rouco www.avesibericas.es

Las últimas luces del día se desvanecen, y mientras tanto aguardo en el pinar la aparición de alguna de las rapaces nocturnas que sé que aquí habitan. La espera da resultado, pues no tarda en aparecer uno de los reyes de este hábitat, el búho chico (Asio otus). Es de los búhos más esquivos de entre los que habitan en nuestros campos, y por tanto, de los más difíciles de observar. Sus hábitos estrictamente nocturnos y la preferencia por entornos forestales, hacen más difícil si cabe su observación. Aunque conociendo estas preferencias, y sabiendo de su presencia, es más sencillo localizarlos. Tras varios intentos fallidos, a éste consigo incluso fotografiarlo, aunque como veréis la foto es más que nada testimonial.








No he localizado esta noche otras rapaces nocturnas propias de la época y la zona, como autillos (Otus scops), cárabos (Strix aluco) o lechuzas (Tyto alba), pero me voy muy satisfecho con haber disfrutado en el campo de la magia de la noche, y haber podido observar a dos de nuestras aves nocturnas más hermosas.

Imágenes y texto bajo licencia Creative Commons
Enrique Sampedro Miranda
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