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domingo, 29 de octubre de 2023

Hayedo de la Tejera Negra y cascada de Despeñalagua (Guadalajara)


 

El pasado fin de semana hicimos una escapada a la Sierra Norte de Guadalajara. Es una zona espectacular, naturaleza pura, con cientos de rutas de senderismo para hacer, e interesantes espacios para visitar. Nosotros decidimos repetir unas rutas que ya habíamos hecho, porque nos gustan mucho. Para alojarnos elegimos, como siempre, Valverde de los Arroyos, un precioso pueblo de los conocidos como de "arquitectura negra". Cúanto me recuerda recuerda a mi tierra, en donde, al igual que aquí, las casas tradicionales se hacían completamente de pizarra, que es el material propio de la zona.


 

El sábado nos desplazamos a Cantalojas para visitar el Hayedo de la Tejera Negra. Hicimos la denominada senda de carretas, una ruta circular de unos 6,5 km de recorrido, con salida y llegada desde un pequeño aparcamiento habilitado junto al río Lillas, muy cerca del hayedo. Tenía la reserva hecha desde finales de agosto, porque el acceso a este aparcamiento está limitado a un número de coches al día, y en otoño es la temporada alta para visitar el hayedo. Por lo que si esperas al último momento, nunca quedan plazas. Para quienes se queden en esta situación, está la opción de hacer la ruta larga, desde el aparcamiento del centro de visitantes, en donde no hace falta reserva previa. Pero no es una opción recomendable si vas con niños, como en nuestro caso, ya que, según las variantes, es una ruta de entre 17 y 20 km, aproximadamente.


 

La senda de Carretas parte del pequeño valle creado por el río Lillas, que te va acompañando al principio de la ruta. Por esta zona baja, el ganado se alimenta aprovechando los pastos en torno al río, y apenas hay pendiente.


 

Llegados a un punto, abandonamos el cauce del Lillas para girar a la izquierda y remontar ahora junto a un pequeño arroyo que baja desde la montaña. Es aquí cuando nos introducimos en el bosque, y a medida que vamos ganando altura, disfrutamos de un entorno rodeados de hayas, robles, abedules, fresnos... Se nota que estamos en una zona húmeda en donde no falta el agua, que cruzaremos varias veces sorteando diferentes arroyos. También nos encontraremos con la réplica de una carbonera, uno de los usos tradicionales para los que se aprovechaba la madera del bosque.





 

Al alcanzar el collado conocido como Mesa Redonda, una zona abierta con unas bonitas vistas, la ruta se hace mucho más suave. Y poco después comienza a descender de nuevo entre el hayedo para ir tomando dirección al río Lillas, lugar de inicio y final de la ruta.





 

Por cierto, es curioso que un hayedo se llame "tejera", ¿verdad? Pero como siempre ocurre con los topónimos, todo tiene una explicación. Y en este caso la explicación es que, antes de ser hayedo, esto fue una tejera. Seguramente estos árboles, que pueden llegar a ser milenarios, se fueron cortando para diferentes usos, y su espacio fue ocupado por hayas y otras especies de árboles, que son las que conforman ahora el paraje. Pero existen algunos ejemplares de tejo que resistieron y se pueden ver a lo largo del recorrido. Este es uno de los más viejos.


 

También vimos muchas setas este año. Se notan las lluvias caídas en septiembre y octubre, que sumadas a la abundante humedad de la zona, han favorecido su crecimiento este otoño.





 

Como podéis ver por las fotos, se trata de una preciosa ruta, apta para todo tipo de personas dado su corto recorrido. Lo más dificultoso puede ser la subida hasta la Mesa Redonda, pero nada del otro mundo y que cualquier persona, adulto o niño, en unas condiciones normales puede hacer. A nosotros el total de la ruta nos llevó unas tres horas y media. Pero somos de los que nos gusta ir despacio, disfrutando del paisaje, y haciendo muchas paradas para detenernos en cualquier detalle.


 

Después de pasar una estupenda tarde y noche en nuestro alojamiento de Valverde de los Arroyos, al día siguiente hicimos la ruta de las chorreras de Despeñalagua. La ruta parte desde el propio pueblo, siendo en esta ocasión una ruta de ida y vuelta por el mismo camino, de unos 5 km de longitud en total. En nuestro caso fue abrir la puerta de la casa, y comenzar la ruta. Todo un lujo, por cierto, estas vistas al Pico Ocejón desde la propia puerta. Sólo tranquilidad y naturaleza, qué más se puede pedir.



Durante todo el camino nos acompañará la silueta del Ocejón, que con sus 2.048 mts. de altura, se ve desde todas partes. El sendero transcurre al principio entre grandes robles y castaños, que en esta época están plagados de sus valiosos frutos, muy fáciles de coger para los senderistas, porque muchos de ellos caen al propio camino. A Sara le encanta abrir los erizos con las botas y sacar las castañas con cuidado de no pincharse. Es como algo mágico para ella, porque luego las castañas no le gustan, pero le encanta el hecho de cogerlas.





 

Poco a poco vamos dejando los grandes árboles para dar paso a una vegetación más abierta, con árboles más pequeños y arbustos. Decir que durante casi toda la ruta, en paralelo al sendero discurre una pequeña acequia encargada de llevar el agua desde el arroyo de la cascada hasta las huertas de Valverde. Así que iremos acompañados del rumor del agua y de sus pequeños saltos durante todo el camino, haciéndolo si cabe mucho más agradable.



 

Cuando empezamos a ver con claridad las chorreras de Despeñalagua significa que ya estamos cerca de nuestro destino. Las vistas a medida que nos acercamos son cada vez más bonitas, y el ruido de la cascada comienza a escucharse cada vez más. Al llegar al final del sendero, nos encontraremos debajo de la gran pared de pizarra que es la causa de que allí se haya formado este gran salto de agua, ya que el arroyo no tiene otra forma de salvar el desnivel.





 

Sólo nos queda ahora regresar a Valverde de los Arroyos por el mismo camino, que se hará un poco más llevadero al ser en ligero descenso.

Me despido con añoranza de estos días que pasamos en esta preciosa comarca de la sierra de Guadalajara. Hemos ido ya varias veces a Valverde, y sin duda, seguiremos haciéndolo. Allí tenemos nuestro particular refugio de montaña.

Saludos y hasta la próxima.

 

Imágenes y texto bajo licencia Creative Commons

Enrique Sampedro Miranda

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domingo, 15 de octubre de 2023

Fauna en el Monte del Pardo (Madrid)




Como ya tengo por costumbre desde hace unos años, en el mes de septiembre hice una visita al monte del Pardo, en Madrid, para intentar escuchar la berrea del ciervo y la ronca del gamo. Vino conmigo David Gálvez-Felipe, que ya me acompañó también el año pasado. Aunque a diferencia del pasado, este año apenas escuchamos algunos ciervos en berrea, y prácticamente ningún gamo. Pero bueno, igualmente disfrutamos observándolos a placer, que es algo que tienes asegurado cuando vas al Pardo.
 



 
Otro de los que no falla por allí es el jabalí, de los que vimos varios ejemplares.
 

 
En cuanto a aves, lo más destacado fue la presencia de un gran grupo de buitres, leonados y negros, comenzando a carroñear sobre una res muerta. Una escena que siempre impresiona. Ver cómo van luchando por las posiciones para alimentarse, cómo se retan, se pelean, y cómo empiezan a comer el cadáver por las partes más blandas.
 



 
También destaco la observación de un grupo de cigüeñas negras, así como la presencia tardía (18 de septiembre) de bandos de golondrinas y la escucha de chotacabras gris. 
 


 
Lo dicho, a pesar de no pillar bien la berrea este año, la visita al Pardo siempre merece la pena. Comentar también que esta vez el río y el embalse tenían algo más de agua que en años anteriores, gracias a las abundantes lluvias caídas a principio de mes. Grupos de gamos cruzaban el Manzanares nadando. Ya he comentado en alguna ocasión que tanto el paisaje como estas escenas, salvando las distancias, me traen recuerdos del Masai Mara. Estos gamos bien podrían ser las manadas de ñus en su migración cruzando el río Mara… Y la res muerta que estaban empezando a comerse los buitres, uno de esos ñus. Aquí dejo un video con algunas de las imágenes grabadas este día, y con un pequeño guiño al Masai Mara en la banda sonora. 
 

 
 
Saludos y hasta la próxima

Imágenes y texto bajo licencia Creative Commons

Enrique Sampedro Miranda

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