El pasado fin de semana salí al campo por la comarca de Arévalo. No había hecho hasta el momento ninguna salida por allí en lo que iba de verano, y ya tenía ganas. Echaba de menos a mis queridas esteparias, los interminables campos de cereal, los pinares, las iglesias mudéjares, los cernícalos primilla… Así que tuve la oportunidad de desquitarme. Además tuve suerte con el tiempo, porque hacía una temperatura estupenda, más propia de la primavera que del verano castellano, lejos aún de las temperaturas que hemos alcanzado esta semana en el centro peninsular.
Comencé como suelo hacer últimamente, saliendo desde Aldeaseca con destino a Donvidas. Para ello me dirijo primero dirección Arévalo y tomo luego la carretera que va a Sinlabajos, que suele ser un lugar muy bueno para observar esteparias como avutarda, sisón u ortega. Sin embargo, en esta ocasión desde aquí no pude observar ninguna de estas especies, así que tras una breve parada, continué pronto mi camino hasta llegar a Donvidas. Allí me acerqué primero a la pequeña charca que hay a las afueras del pueblo (que conozco gracias a Víctor Coello), en donde a primera hora de la mañana había mucho movimiento de fringílidos, aláudidos y otros paseriformes. Así, jilgueros (Carduelis carduelis), gorriones (Paser domesticus), pardillos (Carduelis cannabina), verdecillos (Serinus serinus), cogujadas (Galerida cristata), trigueros (Emberiza calandra), golondrinas (Hirundo rustica) o vencejos (Apus apus), sobrevolaban la charca y sus alrededores en busca de comida o bajaban a ella para beber.
Pardillo |
En el propio Donvidas hay una interesante colonia de cernícalo primilla (Falco naumanni), que aprovechan las oquedades de las construcciones para establecer sus nidos. En este, tres hermosos pollos ya bien crecidos no me quitaban ojo.
También es habitual aquí la presencia de mochuelo (Athene noctua). Prácticamente siempre que vengo me encuentro con alguno.
Observadas las especies más comunes en este pequeño núcleo rural, me dirigí hacia uno de los abundantes pinares de la zona, que son como verdes islas en medio de un imenso mar de cereal, seco en esta época del año. Por el camino, mientras circulaba por caminos de tierra en dirección hacia uno de esos pinares, es fácil descubrir muchas de las aves que pueblan este ecosistema cerealista. Entre las que observé el domingo estaban la perdiz roja (Alectoris rufa), cigüeña (Ciconia ciconia), milano negro (Milvus migrans), aguilucho cenizo (Circus pygargus), ratonero (Buteo buteo) y aláudidos como la ya citada cogujada así como la alondra (Alauda arvensis).
Más adelante, me encontré también con la "reina de la estepa", la avutarda (Otis tarda). En esta ocasión un grupo de cuatro, algo dispersas.
Una vez me adentré en el pinar al que me dirigía, en el término municipal de Tornadizos, el paisaje cambió radicalmente, así como también las aves que se dejaban ver por allí.
Los rabilargos (Cyanopica cyanus) comenzaron a hacer acto de presencia, pasando de un pino a otro, mientras carboneros (Parus major) o agateadores (Certhia brachydactyla) hacían lo propio. También es este un lugar bueno para encontrar al alcaudón común (Lanius senator).
Y para cerrar una estupenda mañana de pajareo por tierras castellanas, me deleité un buen rato con la presencia de un cuco (Cuculus canorus). Hacía mucho que no veía uno, y nunca lo había logrado fotografiar. Aunque las fotos no son ninguna maravilla, sino más bien testimoniales.
Alcaudón común |
Enrique Sampedro Miranda
Ría de Ribadeo: www.riaderibadeo.com