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jueves, 10 de diciembre de 2015

Tablas de Daimiel y Laguna de Navaseca (Parte I)




El domingo visité otro de mis humedales favoritos, y toda una referencia para los amantes de la naturaleza. Aunque las Tablas de Daimiel ya no son aquel paraíso que muchos descubrimos a través de los documentales de Félix Rodríguez de la Fuente, lo cierto es que en los últimos años, y tras pasar por un estado crítico de conservación que las hizo estar al borde mismo de su desaparición, han experimentado una lenta recuperación. Esta recuperación se ha notado sobre todo en el nivel de sus aguas, no así tanto en la calidad de las mismas, ni en su riqueza biológica y avifaunística. Les falta todavía mucho para llegar a ser lo que eran, aunque confiemos en que su estado siga mejorando, y poco a poco la vida vaya volviendo a las Tablas. De momento vuelven a ser un lugar muy interesante para cualquier observador de aves, cosa que hasta hace pocos años habían dejado de serlo.

Como siempre que voy allí, me gusta reflejar en el blog el estado hídrico del humedal en el momento de mi visita. Y este año me he encontrado unas Tablas de Daimiel menos rebosantes de agua que en anteriores ocasiones. Se nota que estamos atravesando un periodo seco, que afecta lógicamente al estado del humedal. Así, zonas que en estos últimos años se encontraban inundadas, a día de hoy están secas.





Sin embargo, ni mucho menos estamos en la situación de la pasada década, en donde prácticamente había agua sólo en la laguna permanente, y que se mantenía de modo artificial. Hoy en día, de momento, toda el agua que inunda diversas zonas de las Tablas aflora de modo natural, y se debe al estado del Acuífero 23, que sigue aportando agua a través del río Guadiana, a lo que se suma el aporte del Cigüela. Fijaos sino el estupendo estado que presenta el cauce del Guadiana a su paso por el Molino de Molemocho, así como muchas zonas del humedal que a pesar de la sequía, mantienen su lámina de agua.




Centrándome ahora en lo ornitológico, el día comenzó con una capa de niebla que cubría las lagunas manchegas. Pero la niebla no era tan espesa como para impedir la observación, así que pronto comencé a ver las primeras especies del día. En una charca, una agachadiza buscaba comida bajo el agua, mientras unas cercetas hacían lo propio, y un silbón aún con el plumaje en fase de eclipse se movía por la zona.





Un poco más allá, una garceta grande se paseaba lentamente por uno de los canales, en busca de alguna despistada presa que llevarse al pico. Y lo mismo hacían las garzas reales, dispersas por aquí y allá. Mientras tanto, de entre la niebla surgían numerosos grupos de grullas, que me sobrevolaban emitiendo su exquisito trompeteo. Estar ahí, sólo en un lugar como este, entre la niebla, con el rocío de la mañana y un ligero frío en el rostro, provoca un cúmulo de sensaciones únicas. Estas sensaciones se te quedan grabadas en la mente, y son momentos así los que hacen que compensen los madrugones, los kilómetros de coche o las caminatas por el campo.






Además de grullas, también se podían ver algunos pequeños grupos de ánsares, así como cormoranes, gaviotas sombrías, cigüeñas, aguiluchos laguneros y un par de flamencos jóvenes (me comentaron en el Centro de Interpretación que hay 4 flamencos en el Parque estos días).



Aunque le costó, poco a poco la niebla fue levantando, y la luz comenzó a adueñarse del Parque Nacional. Era hora de hacer el recorrido más conocido, el de la Isla del Pan. Al ser un fin de semana festivo, había una gran cantidad de turistas haciendo este recorrido, ya que es el más corto y el más accesible. Y muchos turistas conlleva que haya más barullo, y más barullo quiere decir menos aves. Pero bueno, es algo con lo que hay que contar, ya que todo el mundo tiene derecho a visitar estos lugares, no sólo los raros observadores de aves, a los que nos gusta ir solos y en el más absoluto silencio. A pesar del barullo (en ocasiones rozando el escándalo…), conseguí seguir aumentando la lista de especies observadas en el día: abubilla, martín pescador, zampullín chico, cerceta pardilla, ánade real, ánade friso, pato cuchara, focha, gallineta, garceta, archibebe claro, gaviota reidora, cernícalo… Y también seguir sacando algunas buenas fotos de las aves y del humedal.












Aunque no vi mamíferos, sí que había muchos rastros, como estas huellas de zorro.





Casi al final del recorrido, vi algo moverse entre el carrizo que me hizo prestar atención a una zona concreta. Y tras perderlos de vista durante unos instantes, volví a verlos fugazmente. Era una pareja de bigotudos, macho y hembra. Se trata de mi segunda observación de la especie, y de nuevo en las Tablas de Daimiel, como la primera, que fue el año pasado. En esta ocasión no pude retratarlos tan bien como la primera vez (ver), pero valga esta desenfocada foto como testimonio. También vi por cierto a un pariente suyo algo más adelante, el pájaro moscón, aunque ese sin foto.


Bigotudo macho


Para no alargarme demasiado, dejo para una segunda parte el relato de la visita a la Laguna de Navaseca. Y despido esta primera con esta foto del Río Guadiana en la que se puede ver un bando de gaviotas sobre el río, mientras las grullas se alimentan en los campos del fondo. Es una imagen que me llamó la atención, ya que no es muy habitual poder ver grullas y gaviotas en la misma foto.








Siguiente entrada: Tablas de Daimiel y Laguna de Navaseca (Parte II)


Imágenes y texto bajo licencia Creative Commons
Enrique Sampedro Miranda
Blog Ría de Ribadeo: www.riaderibadeo.com



7 comentarios:

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  2. Sólo pude estar una vez en Daimiel, y no pasaba por su mejor momento, así que me alegro que su situación haya mejorado. Ahora a ver si repunta en la diversidad, como tú dices. Muy bonita entrada, ojalá pueda ir en un futuro no muy lejano :-)
    Saludos

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    1. Pues a ver si puedes volver Inés, porque seguro que notarás el cambio con respecto a la última vez. Y merece la pena ir, es un lugar especial.
      Saludos

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  3. Preciosa descripción! Me encanta ver que personas de fuera de Daimiel también admiran nuestro patrimonio. ¡Un saludo!

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    1. Gracias. ¡Cómo no voy a admirar un lugar así! Tenéis algo que hay que proteger y cuidar, porque es único. Un saludo

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  4. Hola Enrique.

    Una hermosa entrada, no sabes cuanto disfruté con la misma.

    Un abrazo,

    Rafa.

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  5. Gracias Rafa. Tú siempre dejando buenos comentarios. ¡Así da gusto! Ja, ja, ja. Y yo te los agradezco.
    Un abrazo

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